Nos atribuimos muchos de esos
hermosos títulos pero muy pocas veces nos llamamos colaboradores de Cristo.
Hablar
de ser colaboradores es lo mismo que decir equipo de trabajo. Pablo hablaba de
un equipo de Jesucristo. V 1 “Así,
pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano
la gracia de Dios.”
En un hogar es muy agradable decir
que somos la niña o el niño de la casa, la princesa o el príncipe. Y bajo estos
apelativos nos hemos convertido en una carga para los demás en especial para
los padres.
Es muy bueno que nos sintamos
valorados y apreciados por los miembros de nuestra familia. Pero si queremos
vivir de manera excelente y sin muchas necesidades es necesario que aprendamos
a trabaja en equipo que nos convirtamos en colaboradores de nuestra familia.
Las empresas de éxito más que
simples empleados lo que buscan es colaboradores. Un empleado solo trabaja por
el salario no le importa el destino de la empresa.
Un colaborador siente como suya la
empresa en la que trabaja. Se une a los propósitos y lucha hombro a hombro por las
metas de la organización.
Un cristiano Razo es aquel que
busca una iglesia donde sentirse bien y que le garanticen milagros pero que no
le hablen de Diezmos o cualquier otra colaboración. Un cristiano colaborador es aquel que se une a
la causa salvadora de Jesús y lucha por el mejoramiento de la iglesia a la que pertenece.
Como podemos llegar a ser unos excelentes colaboradores.
1. No dar Motivos para que hablen
mal de Nuestro Ministerio o de nuestra Familia. V 3 “No damos a nadie ninguna ocasión de
tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado” ¿por
causa nuestra que hablan de nuestra familia o de nuestra casa? Nos conocen como
esforzados o por perezas.
2. Estando dispuestos a sufrir por
la Causa. V 4-5 “antes
bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en
tribulaciones, en necesidades, en angustias; 6:5 en azotes, en cárceles,
en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos;” las mejores cosas no se
las consigue de manera fácil.
3. Preparándonos con la ayuda del Espíritu
Santo. V 6 “en
pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor
sincero,” la única forma de no llegar a ser carga para los demás y
pasar a ser un colaborador es preparándonos de manera secular y espiritual.
4. Haciendo de la palabra nuestra
arma mortal. V 7 “en
palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a
siniestra;” en nuestra casa podemos colaborar cuando hablamos con
argumentos y no solo discutiendo.
5. No Importándonos el que dirán. V
8 “por honra y por
deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces;” Nuestros
complejos muchas veces nos impiden avanzar y llegar a conquistar el éxito.
6. No Rindiéndonos nuca a pesar de
las circunstancias. V 9 “como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí
vivimos; como castigados, mas no muertos;”
7. Con una buena actitud. V 10 “como entristecidos, mas siempre
gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas
poseyéndolo todo” una buena actitud levanta el ánimo a los demás. Una persona
alegre contagia a los demás.
8. Amando a los demás y a lo que
hacemos. V 11 “Nuestra
boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado.”
9. No juntándonos con personas que
no tienen nuestro mismo sentir ni comparten nuestro propósito. V 14 “No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y
qué comunión la luz con las tinieblas?”
10. Renunciando a todo aquello que
nos impida ser buenos colaboradores. V 17 “Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y
apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré,”
Solo si somos unos buenos
colaboradores logramos tener una perfecta relación con Dios y con los demás.
Solo siendo buenos colaboradores los demás nos van aceptar. V 18 “Y seré para vosotros por Padre,
Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
No solo quieras sentirte cómodo en
algún lugar. La iglesia, la casa o el trabajo esfuérzate por convertirte en un
colaborador. De esta forma serás del agrado de todos los demás y sentirás lo
que es la verdadera felicidad que la ofrece el sentirse útil.