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Dios es un Dios de resultados que exige resultados. V 1-2 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 15:2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”
Desde un principio Dios hizo al
hombre para que Diera frutos. Génesis 1: 28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra.”
Dios
es un ser que no sabe perder y en todo lo que hace exige ganancia.
Dios está acostumbrado a recoger
donde no sembró. Mateo 25: 26- 27 “Respondiendo su señor, le
dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo
donde no esparcí. 25:27 Por tanto, debías
haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es
mío con los intereses.”
Dios no acepta que lo que él nos da
lo mantengamos en la misma cuantía ya que ese siervo inútil no podía
multiplicar lo que recibió al menos debía meterlos en un banco para no
entregarle a su amo la misma cantidad que recibió. ¡Proponte mejorar todo lo que llegue a tus manos!
El es un Dios multiplicador lo que
nosotros le damos a pesar de que no es nuestro él nos lo devuelve cien veces
mas. Mateo 19: 29 “Y cualquiera que haya dejado casas, o
hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi
nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”
Y si nosotros somos hechos a su
imagen y semejanza lo mínimo que el espera es que produzcamos. Tenemos la naturaleza
divina de nuestro creador.
Uno de los requisitos para ser
discípulo de Jesús es que tenemos que dar frutos y sobre todo mucho fruto. Juan
15: 8 “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis
mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”
Jesús nos exige frutos porque a él
también el padre le exige resultados. V 9 “Como el Padre me ha
amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.”
Hablar de frutos es hablar de
resultados. Es saber que espero de eso que estoy haciendo. Dios no quiere que
nosotros vivamos de la improvisación.
Solo si nosotros aprendemos a
exigirnos resultados de todo lo que hagamos podremos llegar a tener una vida de
éxito.
Tú no pones un negocio solo por diversión
o por qué no tienes nada más que hacer. Cuando alguien monta un negocio lo hace
esperando recoger frutos de ese esfuerzo y de esa inversión.
Si tú quieres una relación
sentimental con alguien deberías preguntarte que espero de esto, hacia adonde
voy. ¿Ese joven o esa jovencita si reúne las características para ofrecerme un
hogar estable, y sobre todo será que si puede ayudarme a superarme en la vida?
Muchos de los jóvenes y aun adultos
de hoy saben que lo que están haciendo no tiene ningún resultado bueno pero prefieren
ignorar las consecuencias. Al estilo de la avestruz, que frente al problema
prefiere enterrar la cabeza en la arena.
Es inevitable no dar frutos todos
nuestros actos producen frutos unos buenos y otros malos. Qué clase de fruto
quieres dar. ¡Esa es tu decisión!
¿Pero sabes una cosa? La única
forma de garantizar unos buenos frutos es estando junto a Jesús. Juan 15: 5 “Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”
Estando separados de Jesús nos
esforzamos, trabajamos mucho y los resultados son pocos.
Jesucristo nos exige porque nos ama
y quiere lo mejor para nosotros. Lo más maravilloso es que nosotros no éramos
nada y fue el mismo quien nos eligió. V 16 “No me elegisteis vosotros
a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, él os lo dé.”
Y la única forma de mantenernos en
el amor de Jesucristo es si cumplimos sus mandamientos. V 10 “Si
guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado
los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor”
Dios es exigente con sus discípulos
y también con el mundo, es por esta razón que el mundo lo aborrece a él y a
todo aquel que le exija cambio. V 18- 19 “Si el mundo os aborrece,
sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 15:19 Si fuerais del mundo, el
mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del
mundo, por eso el mundo os aborrece”
Muchos pastores por el anhelo de
ver sus iglesias llenas de gente han optado por no hablar de frutos. De esta
forma no son aborrecidos, antes por lo contrario son amados y aclamados.
Jesús nos manda que nos amemos los
unos a los otros. V 17 “Esto os mando: Que os améis unos a otros.”
Esto significa que si los amamos
debemos desearles lo mejor y la única forma que ellos tienen para lograrlo es
si les exigimos frutos, resultados. ¿Pregúntate que estás haciendo de tu
familia, de tus hijos? Personas de éxito o personas de fracaso.
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