20.2.14

Lo que tengo te Doy. Hechos 3.


En la puerta del templo se estaba viviendo una escena muy particular. Pedro y Juan que acudían al templo porque dependían de Dios. V 1 “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.” La condición de Pedro y de Juan era la de  adoradores.
Otro varón que también acudía al templo pero no dependía de Dios dependía de los hombres. V 2 “Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.” La condición de este varón. Era cojo y limosnero.  Como cojo no podía avanzar y como limosnero dependía de lo que otros puedan darle.
Hoy en el cristianismo se sigue viendo esta misma escena unos acuden al templo todos los domingos al estilo de Pedro y de Juan. Van a adorarle a Jesucristo ellos sabían muy bien lo que Jesucristo está buscando. Un pueblo de adoradores. Juan 4: 23 “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” otros solo van porque necesitan de un milagro y lo que es peor solo viven mendigando a los hombres. Mendigando amor, inspirando lastima. Etc.
Tu ¿Por qué acudes al Templo? Espero que sea por agradecimiento y para adorarle para rendirle a Dios el culto que a él le agrada. Romanos 12: 1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
La diferencia entre un adorador y un limosnero es evidente, salta a la vista de todos.
El que depende de los hombres, el Limosnero:
1. Siempre ruega para que alguien le de algo. V 3 “Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna” no le gusta dar siempre espera recibir. Siempre espera que otro de él primer pasó para el seguir.
2. Siempre cree no poder, espera que otros hagan las cosas por él. El que depende del hombre le cuesta arriesgarse. V 2 a “Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa
3. Nunca mira para adelante. V 4 “Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.” siempre tiene una excusa para retroceder. El que depende del hombre siempre vive de los buenos recuerdos y nunca hace algo nuevo.
El que depende de Dios:
1. Siempre cree que puede dar algo más. V 6 “Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.”  tu ¿Qué crees que puedes dar? Pedro no necesito dinero para cambiar la vida de ese limosnero. Un abrazo, una sonrisa, una palabra de estimulo puede cambiar la vida de una persona.
2. Siempre está listo para actuar. V 7 “Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;” Pedro no solo lanzo la palabra él le ayudo a levantarse. Test para saber si eres un limosnero o un bendecido.
2.1. ¿crees que tienes algo mejor para dar? O crees que no tienes nada.
2.2. ¿Te gusta ayudar al que necesita o solo te gusta pedir?
2.3. Dependes de Jesucristo o de los demás.
3. Siempre produce alabanza para Dios en los demás. V 8 “y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios” el cojo reconoció las maravillas de Jesucristo.
4. Nunca se vanagloria de lo que hace. V 12 “Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?” el que depende de los hombres siempre quiere figurar, tener fama es por esto que siempre se mete en problemas.
5. Siempre le da la gloria a Dios. V 16 “Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste está completa sanidad en presencia de todos vosotros.
Esfuérzate por tener siempre algo bueno que dar, no vivas como mendigo siempre esperanzado en que los demás te hagan sentir feliz. Tú también puedes dar. Pide a Jesucristo que llene tu corazón para que un día también puedas decir: ¡De lo que tengo te doy!






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